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Vuelos suborbitales: ¿El turismo espacial tiene futuro?

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El sueño del turismo espacial ha estado en la mente de visionarios durante décadas, y los últimos veinte años han sido testigos de avances significativos en este sector. Uno de los momentos clave ocurrió en el otoño de 2004, cuando el empresario británico Richard Branson presentó Virgin Galactic con la promesa de hacer realidad el viaje al espacio para millones de personas. En una conferencia de prensa en la Royal Aeronautical Society en Londres, Branson proclamó que, en cinco años, la compañía habría creado más de 3,000 nuevos astronautas.

Sin embargo, veinte años después, Virgin Galactic ha llevado solo a 37 personas al espacio, 23 de los cuales pagaron por su billete. Este número palidece frente a las expectativas iniciales, pero el sector del turismo espacial no ha perdido su optimismo, aun cuando los plazos no se han cumplido. La pregunta clave es: ¿Está el turismo espacial listo para despegar de manera masiva?

Virgin Galactic y Blue Origin: Competencia en los vuelos suborbitales

En el panorama actual del turismo espacial, las empresas Virgin Galactic y Blue Origin son las más activas, enfocándose en vuelos suborbitales. En el caso de Virgin Galactic, su última misión, la Galactic 07, se realizó en junio de 2024, pero la compañía ha decidido suspender los vuelos comerciales hasta 2026, fecha en la que planea tener operativos dos nuevos modelos de naves espaciales de clase Delta. Virgin tiene grandes ambiciones: su meta es alcanzar 125 vuelos al año, llevando a 750 pasajeros al espacio. A largo plazo, con dos puertos espaciales y cuatro naves, la compañía aspira a realizar 550 vuelos anuales, transportando a más de 3,000 personas.

Por su parte, Blue Origin, fundada por Jeff Bezos en el año 2000, ha realizado ocho vuelos al espacio en su cohete New Shepard. Aunque la compañía no revela los precios exactos, se estima que los pasajeros pagan cientos de miles de dólares por el privilegio de unos minutos en el espacio. Sin embargo, Blue Origin se distingue por su enfoque en la diversidad y la inclusión, colaborando con organizaciones como la Space Exploration & Research Agency (SERA) para ofrecer vuelos a ciudadanos de países con menor acceso a este tipo de experiencias, como Nigeria e India.

La experiencia espacial: Un viaje breve pero transformador

A pesar de que los vuelos suborbitales de Virgin Galactic y Blue Origin son relativamente breves, los testimonios de los que han tenido la oportunidad de viajar al espacio son abrumadoramente positivos. Los pasajeros experimentan unos tres minutos de ingravidez y tienen la oportunidad de ver la Tierra desde una perspectiva completamente nueva, un fenómeno conocido como el «efecto visión general». Esta experiencia visual y emocional es lo que atrae a tantos aspirantes a astronautas, aunque el precio de entrada sea exorbitante.

En el caso de Virgin Galactic, los billetes para sus futuros vuelos en las naves Delta tienen un precio de 600,000 dólares. Esto incluye un pago inicial de 150,000 dólares, de los cuales 50,000 no son reembolsables. Blue Origin, aunque más reservada en cuanto a sus tarifas, ha sido pionera en patrocinar asientos para aumentar la diversidad de sus tripulaciones, asegurándose de que el espacio no esté reservado únicamente para los más adinerados.

A pesar del progreso limitado en términos de pasajeros transportados, los avances tecnológicos y las inversiones continúan impulsando el sector. Como lo destacó Sarah Knights, jefa de la oficina de astronautas de Blue Origin, el turismo espacial está entrando en una nueva era impulsada por la automatización y la tecnología de vanguardia. Knights compara este momento con los primeros días de la aviación en el siglo XX, cuando los vuelos comerciales aún eran vistos como una novedad emocionante.

Nuevas Fronteras y el Futuro del Turismo Espacial

Aunque los vuelos suborbitales dominan actualmente el mercado, algunos individuos extremadamente ricos han optado por experiencias mucho más largas y costosas, como las visitas a la Estación Espacial Internacional (EEI). Según la NASA, 13 personas privadas de siete países han visitado la EEI, junto a casi 270 astronautas profesionales, en misiones que suelen durar una semana. Sin embargo, estas aventuras son accesibles solo para aquellos dispuestos a pagar decenas de millones de dólares.

Más allá de los vuelos suborbitales y las visitas a la EEI, el futuro del turismo espacial tiene ambiciones mucho más grandes. Jared Isaacman, un multimillonario que financió la misión Polaris Dawn, se convirtió en el primer civil en realizar una caminata espacial a 700 km de la Tierra. Su misión es solo el comienzo, ya que planea realizar otras misiones con SpaceX, la compañía de Elon Musk, y eventualmente participar en un vuelo con Starship, el cohete más poderoso del mundo, diseñado para transportar personas no solo a la órbita terrestre, sino también a la Luna, Marte y más allá.

A largo plazo, el sueño de que millones de personas vivan y trabajen en el espacio sigue siendo una ambición clave para visionarios como Musk e Isaacman. Sin embargo, los expertos son cautelosos respecto a cuándo este tipo de actividad se convertirá en una realidad. Según Koji Yamanaka, director del centro de exploración espacial de Japón, en una primera etapa, los viajes a la Luna estarán reservados para millonarios y multimillonarios, pero eventualmente, los precios bajarán, permitiendo que personas comunes puedan experimentar estos viajes.

Además de los vuelos en cohetes, empresas como Space Perspective y Halo Space están desarrollando globos de gran altitud que llevarán a pasajeros a una altura de hasta 40 km sobre la Tierra. Aunque no llegan a la línea de Kármán, que marca la frontera entre la atmósfera terrestre y el espacio, los pasajeros de estos globos podrán experimentar el «efecto visión general» y disfrutar de vistas panorámicas del planeta. Los precios para estos vuelos rondan los 100,000 dólares, y se espera que las operaciones comerciales comiencen en los próximos años.

En resumen, aunque el turismo espacial no ha despegado con la rapidez que se anticipaba hace veinte años, los avances recientes sugieren que estamos más cerca que nunca de que esta industria se convierta en una realidad para aquellos que pueden permitírselo. Las ambiciones siguen siendo enormes, con planes no solo de llevar a los humanos al espacio suborbital, sino también de hacer posible viajes a la Luna y más allá. Sin embargo, el camino hacia una industria espacial accesible para las masas aún es largo y lleno de desafíos.

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