Videojuegos

Hollywood descubre su nuevo filón: los videojuegos saltan a la gran pantalla

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Durante décadas, Hollywood intentó sin éxito convertir los videojuegos en éxitos de taquilla. El resultado era casi siempre el mismo: producciones que apenas recuperaban su inversión y un aluvión de críticas demoledoras. Desde aquel primer intento en 1993 con Super Mario Brothers, la historia se repitió con títulos que parecían perder en la traducción del mando a la butaca. Entre 1993 y 2018, solo tres películas basadas en videojuegos lograron superar los 100 millones de dólares en la taquilla estadounidense: Lara Croft: Tomb Raider (2001), The Angry Birds Movie (2016) y Rampage (2018).

Ese patrón alimentó la idea de una especie de “maldición” sobre el género, reforzada por el hecho de que ninguna de esas películas obtenía calificaciones positivas en agregadores como Rotten Tomatoes. El público gamer, exigente y celoso de la fidelidad a las franquicias, parecía inmune al hechizo de Hollywood, y los espectadores tradicionales desconfiaban de estas adaptaciones.

Sin embargo, algo cambió en 2019. Warner Bros. lanzó Pokémon Detective Pikachu y logró lo que parecía imposible: una recaudación doméstica de 144 millones de dólares, un total global de 433 millones y, lo más importante, una calificación “fresca” del 68% en Rotten Tomatoes. Aquel éxito demostró que la fórmula podía funcionar si se encontraba el equilibrio entre nostalgia, tecnología y narrativa.

Un año después, Paramount redobló la apuesta con Sonic the Hedgehog, que llegó a los cines poco antes de la pandemia y consolidó la tendencia. La respuesta del público fue tal que dio origen a una franquicia que hoy supera los 1.000 millones de dólares en la taquilla global. Ese fue el auténtico pistoletazo de salida para una industria que, hasta entonces, había jugado con el piloto automático.

El nuevo mapa de Hollywood

La transformación del género cristalizó en 2023 con The Super Mario Bros. Movie. Universal rompió todos los récords previos: más de 574 millones en Estados Unidos y 1.300 millones a nivel global, convirtiéndose en la primera película basada en un videojuego en alcanzar semejantes cifras. El fenómeno se repitió en 2025 con A Minecraft Movie, que sumó cerca de 957 millones en todo el mundo, con una sorprendente fuerza en el mercado norteamericano.

Las productoras tomaron nota. En los últimos meses, Paramount anunció un proyecto de acción real basado en Call of Duty, mientras que Legendary prepara una nueva versión de Street Fighter. En paralelo, se encuentran en desarrollo adaptaciones de franquicias como Elden Ring, Horizon Zero Dawn, Helldivers y The Legend of Zelda. La televisión no se queda atrás: Amazon prepara una serie de Tomb Raider y otra de Mass Effect, mientras que HBO ya demostró con The Last of Us que un enfoque adulto y narrativamente sólido puede conquistar tanto a la crítica como al público.

Detrás de esta fiebre hay varios factores. Primero, una generación de cineastas y productores que crecieron jugando a estos títulos y sienten un vínculo emocional con sus personajes. Segundo, la evolución tecnológica: los avances en efectos digitales permiten recrear universos que antes resultaban inviables o ridículos. Y tercero, una estrategia de mercado: el público joven —desde la Generación Z hasta los más pequeños de la Generación Alpha— consume videojuegos de forma masiva y constituye un segmento vital para la supervivencia de las salas de cine.

Como resume Paul Dergarabedian, analista de Comscore, los videojuegos ofrecen un “tesoro virtual” de marcas, personajes y mundos listos para llenar el vacío que está dejando el desgaste del cine de superhéroes, hasta ahora columna vertebral de la taquilla global.

Una apuesta por las nuevas audiencias

El giro de Hollywood hacia los videojuegos no se entiende solo como un cambio creativo, sino como una jugada estratégica para asegurar el futuro de la industria cinematográfica. En un momento en que los géneros tradicionales —desde los dramas románticos hasta las comedias ligeras— ya no atraen al gran público y el entusiasmo por los superhéroes comienza a decaer, los estudios buscan fórmulas para mantener vivo el hábito de ir al cine entre las generaciones más jóvenes.

Los datos son claros: más de 205 millones de estadounidenses juegan a videojuegos, según la Entertainment Software Association, y buena parte de ellos son menores de 35 años. Adaptar las sagas que forman parte de su imaginario no solo garantiza un público fiel, sino que también abre la puerta a espectadores ajenos al gaming que se acercan por primera vez a estos universos.

Además, la lógica de la franquicia se adapta perfectamente a la era del contenido multiplataforma. Un título exitoso puede expandirse en secuelas, series derivadas, merchandising y hasta parques temáticos. Lo que en los años noventa parecía un experimento arriesgado, hoy se ha convertido en una estrategia de diversificación imprescindible para los grandes estudios.

Eso no significa que el camino esté libre de riesgos. El entusiasmo inicial puede disiparse si la calidad no acompaña, y el público ya ha demostrado que no perdona los intentos de explotación vacía. La clave, coinciden los analistas, será equilibrar la fidelidad a las sagas con la capacidad de contar historias universales que conecten con cualquier espectador, gamer o no.

El futuro del cine en clave digital

Hollywood no ha inventado nada nuevo al convertir videojuegos en películas, pero sí ha perfeccionado el modelo. La industria ha aprendido a dejar de obsesionarse con recrear al milímetro los mundos virtuales para centrarse en narrativas sólidas y personajes con arcos emocionales. Al mismo tiempo, ha encontrado en estas franquicias un sustituto para un género —el de superhéroes— que empieza a mostrar signos de fatiga comercial.

En última instancia, el auge de las adaptaciones de videojuegos refleja algo más profundo: la convergencia cultural entre el entretenimiento digital y el audiovisual. El mando y la butaca ya no son mundos separados, sino piezas de un mismo ecosistema en el que las historias se consumen en múltiples formatos y plataformas.

La pregunta ahora es si esta fiebre será capaz de sostenerse en el tiempo o si se trata de una moda pasajera. Por el momento, la partida solo acaba de empezar, y todo indica que Hollywood piensa jugarla hasta el final.

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