Amazon ha alcanzado un nuevo punto de inflexión en su carrera por liderar la automatización global: la incorporación de su robot número un millón a sus operaciones. Este anuncio viene acompañado por la implementación de un nuevo modelo de inteligencia artificial llamado “DeepFleet”, desarrollado para optimizar el desplazamiento y la eficiencia de su gigantesca flota de robots. La empresa asegura que gracias a este sistema, el tiempo de desplazamiento de los robots en los centros logísticos se reducirá en un 10%, lo que permitirá entregas más rápidas y con menores costes operativos.
Este hito no es un hecho aislado, sino el resultado de más de una década de inversión y desarrollo en robótica industrial. Desde que en 2012 comenzaron a utilizar robots móviles para mover estanterías completas en sus almacenes, la presencia de estas máquinas se ha diversificado y ampliado. Actualmente, Amazon cuenta con más de 300 centros logísticos alrededor del mundo donde conviven diferentes tipos de robots: desde modelos capaces de transportar más de 560 kilos hasta unidades completamente autónomas que se mueven por las instalaciones transportando pedidos de clientes.
Con este despliegue masivo, Amazon no solo reafirma su posición como la empresa con la mayor operación de robótica móvil del planeta, sino que marca el rumbo que otras compañías del sector logístico y tecnológico podrían seguir. Lo que antes era una innovación experimental hoy se ha convertido en una estrategia central para la eficiencia operativa de la empresa.
Promesas de eficiencia frente a temores laborales
Sin embargo, este avance también ha reavivado un viejo temor que ahora se vuelve más palpable: la pérdida masiva de empleos debido a la automatización. Según una encuesta del Pew Research publicada en marzo, tanto expertos en IA como el público general coinciden en que los trabajadores industriales son uno de los grupos más vulnerables frente al avance de estas tecnologías.
Scott Dresser, vicepresidente de Amazon Robotics, intentó disipar parte de estas preocupaciones en su declaración pública, asegurando que los robots “trabajan junto a los empleados, encargándose de las tareas pesadas y repetitivas mientras permiten que los operadores desarrollen nuevas habilidades técnicas”. A modo de ejemplo, señaló que el nuevo centro de distribución de Amazon en Shreveport, Luisiana, ha necesitado un 30% más de empleados dedicados al mantenimiento, la fiabilidad y la ingeniería, en comparación con centros logísticos tradicionales.
No obstante, estas afirmaciones contrastan con las recientes declaraciones del CEO de Amazon, Andy Jassy, quien reconoció que la adopción acelerada de la inteligencia artificial generativa implicará inevitablemente “menos personas haciendo algunos de los trabajos que esta tecnología comenzará a automatizar”. Aunque la empresa sigue contratando talento en áreas clave como IA y robótica, el propio Jassy admitió en una nota interna que espera una reducción general de la plantilla en los próximos años debido al avance tecnológico.
Esta reducción ya estaría en marcha: entre 2022 y 2023, Amazon recortó más de 27.000 puestos de trabajo y ha continuado con despidos más focalizados a lo largo de distintas unidades de negocio. Y no es una tendencia aislada. Compañías como Shopify también han advertido sobre el impacto que tendrá la IA en sus equipos. De hecho, datos del portal Layoffs.fyi revelan que solo en el último año, más de 550 empresas tecnológicas despidieron a unos 153.000 empleados.
El Foro Económico Mundial respaldó esta tendencia en un informe reciente al señalar que casi la mitad de los empleadores estadounidenses –un 48%– planea reducir su plantilla a causa de la automatización impulsada por IA.
El dilema de la productividad frente al empleo humano
El despliegue del robot un millón por parte de Amazon no es solo un logro técnico, sino también un reflejo de una transformación estructural que está redefiniendo el mercado laboral y los modelos productivos. Por un lado, la automatización promete eficiencia, velocidad y reducción de costes. Por el otro, plantea serias preguntas sobre el lugar que ocuparán los trabajadores humanos en un futuro dominado por máquinas inteligentes.
En esta carrera por la innovación, empresas como Amazon no solo compiten por entregar paquetes más rápido, sino por moldear el futuro del trabajo. La gran incógnita es si ese futuro incluirá a todos.